Vidas de papel

Las series, películas o documentales turcos nunca fallan, lejos de los clásicos o adaptaciones clichés que también tenemos disponibles en streaming, estas buscan —siempre— hacernos volar la cabeza (y el corazón) con inesperados giros y aprendizajes que pensábamos no querer o que habíamos intentando disfrazar con terapias de las que aún no somos conscientes.

A simple vista, Vidas de papel aparece como un filme cargado de drama y suspenso con el que podrías volver a creer en los amores elegidos más allá de tu propia sangre o en el buen corazón de un hombre que proteja a un niño de la calle, como esperanza de un mundo mejor. Sin embargo, el guión de Ercan Mehmet Erdem promete mayor profundidad. La película no defrauda y, de manera audaz, agrega un mensaje hasta tu subconsciente con el que te cuestionarás cuánto cuidas o cuidaste a tu niño/a interna de sus traumas, y cómo estos repercuten en su ser adulto.

Esta cinta turca disponible en Netflix muestra la historia de un recolector de desechos y un niño marcados por el abandono. El guión es de Ercan Mehmet Erdem y el film no defrauda. Después de verla, te preguntarás su realmente cuidaste a tu niño interior de sus traumas.

En esta ocasión la propuesta es más humilde en cuanto a valor de producción pero no en cuanto al conflicto del protagonista. Deja atrás Ulkay el drama bélico y se adentra en el día a día de un hombre enfermo, Mehmet, que recorre las calles de Estambul recogiendo cartón. Un tipo amable, todo corazón y riñones, con mucho pasado y poco futuro; y que vive su monótona existencia con desapego hasta que encuentra algo, o mejor dicho, alguien, que renovará sus ganas de vivir.

Vidas de papel es una película sobre obsesiones, heridas infantiles y madres ausentes. Sobre hijos perdidos que buscan padres, y hombres aún más perdidos que buscan hijos. Todo se muestra sin ser demasiado hiriente, al borde casi de la comedia, haciendo algún escarceo en el sentimentalismo. Tiene un aire dickensiano a lo Oliver Twist. Por momentos conmovedora, se desmadeja sencilla, simpática, pero tiene un final más complejo, siendo menos previsible de lo que parece en sus primeros tres cuartos de metraje.

Una película muy turca en sus formas, con su escena de rigor en los baños turcos, y donde la ciudad de Estambul luce un tanto videoclipera. Can Ulkay tiene una cierta querencia hacia el esteticismo, poniendo colorido donde debería haber negrura y suciedad, y donde hasta los lugares más sórdidos parecen recién barridos. Alejándose del feísmo que podría pedir una historia como esta sobre gente pobre que indaga entre la basura.

Porque a Ulkay le interesa más contar una historia de paternidad que de miseria o denuncia social. Y el guion es lo suficientemente inteligente para mostrar la bajada a los infiernos del protagonista como si por lo contrario fuera una subida a los cielos. El director junto con su guionista, Ercan Mehmet Erdem, pone todo sus esfuerzos en no ser discursivo y que su mensaje cale desde la emoción, y que temas como el maltrato infantil impacten en el espectador más con aire de fábula o cuento moral que de panfleto.

Çaatay Ulusoy es uno de los actores turcos que debes conocer. Es quien encarna a Mehmet, y anteriormente lo hemos visto en protagónicos en Medcezir, çerde y El secreto de Feriha. Por su parte, Emir Ali Dorul es Ali; el pequeño comenzó su carrera en la serie de comedia romántica de 2018 Ege’nin hamsisi, para después aparecer en la telenovela turca Kuzgun (2019), al año siguiente. Turgay Tanülkü (Tashin) completa el elenco principal. El actor consagra en su trayectoria proyectos como Scapegoat, The Jackal, Not worth a fig y The edge of Heaven.